El ciclo del agua
Artículo principal: Ciclo del agua
Con ciclo del agua —conocido científicamente como el
ciclo hidrológico— se denomina al continuo intercambio de agua dentro de la hidrosfera, entre la atmósfera,
el agua superficial y subterránea y los organismos vivos. El agua
cambia constantemente su posición de una a otra parte del ciclo de agua,
implicando básicamente los siguientes procesos físicos:
- evaporación de los océanos y otras masas de agua y transpiración de los seres vivos (animales y plantas) hacia la atmósfera,
- precipitación, originada por la condensación de vapor de agua, y que puede adaptar múltiples formas,
- escorrentía, o movimiento de las aguas superficiales hacia los océanos.
La energía del sol calienta la tierra, generando corrientes de aire
que hacen que el agua se evapore, ascienda por el aire y se condense en
altas altitudes, para luego caer en forma de lluvia. La mayor parte del
vapor de agua que se desprende de los océanos vuelve a los mismos, pero el viento
desplaza masas de vapor hacia la tierra firme, en la misma proporción
en que el agua se precipita de nuevo desde la tierra hacia los mares
(unos 45 000 km³ anuales). Ya en tierra firme, la evaporación de cuerpos
acuáticos y la transpiración
de seres vivos contribuye a incrementar el total de vapor de agua en
otros 74 000 km³ anuales. Las precipitaciones sobre tierra firme —con un
valor medio de 119 000 km³ anuales— pueden volver a la superficie en
forma de líquido —como lluvia—, sólido —nieve o granizo—, o de gas, formando nieblas o brumas. El agua condensada presente en el aire es también la causa de la formación del arco iris: La refracción de la luz solar en las minúsculas partículas de vapor, que actúan como múltiples y pequeños prismas. El agua de escorrentía suele formar cuencas,
y los cursos de agua más pequeños suelen unirse formando ríos. El
desplazamiento constante de masas de agua sobre diferentes terrenos
geológicos es un factor muy importante en la conformación del relieve.
Además, al arrastrar
minerales durante su desplazamiento, los ríos cumplen un papel muy
importante en el enriquecimiento del suelo. Parte de las aguas de esos
ríos se desvían para su aprovechamiento agrícola. Los ríos desembocan en el mar, depositando los sedimentos arrastrados durante su curso, formando deltas.
El terreno de estos deltas es muy fértil, gracias a la riqueza de los
minerales concentrados por la acción del curso de agua. El agua puede
ocupar la tierra firme con consecuencias desastrosas: Las inundaciones
se producen cuando una masa de agua rebasa sus márgenes habituales o
cuando comunican con una masa mayor —como el mar— de forma irregular.
Por otra parte, y aunque la falta de precipitaciones es un obstáculo
importante para la vida, es natural que periódicamente algunas regiones
sufran sequías.
Cuando la sequedad no es transitoria, la vegetación desaparece, al
tiempo que se acelera la erosión del terreno. Este proceso se denomina desertización y muchos países adoptan políticas para frenar su avance. En 2007, la ONU declaró el 17 de junio como el
Día mundial de lucha contra la desertización y la sequía"
No hay comentarios:
Publicar un comentario